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En un lugar de Badalona, de cuyo nombre no puedo acordarme, vivía un caballero en una hermosa masía.
Camino al invierno cultivaba rosas en su pequeño jardín, ponía mucho esmero,dedicación, mucha delicadeza y mucho amor.
Llegada la primavera en la plaza del pueblo, el dragón de la corte creaba un concurso donde la Princesa elegía la rosa más bonita del lugar.
La rosa tenía que ser hermosa, reluciente, daba igual si era roja, azul o amarilla, lo que la princesa buscaba es que fuera la rosa más inclusiva.
Año tras año el mismo ganador, año tras año aquel caballero y su hermosa dedicación, mientras todos buscaban el mejor rojo en sus rosas, él buscaba la rosa de mayor inclusión.
Si enseñamos a la sociedad a aceptar la diversidad como algo normal, no será necesario hablar de inclusión, si no de convivencia.
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