Este relato es nuestra participación en el concurso de relatos de Sant Jordi Roses per Sant Jordi organizado por los distribuidores de rosas para Sant Jordi, rosessantjordi.com.
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Esta es la historia de una rosa, la más bella del reino, protegida en un gran castillo. Era el castillo que una vez vio a Sant Jordi coronado después de la muerte del dragón. Ella es la única rosa que sobrevivió de todas las que brotaron de su sangre. El rey utilizó grandes medios para protegerla : una campana de cristal, numerosos caballeros, una puerta blindada… Pero la rosa veía esta protección de otra manera. Para ella, era una jaula funesta. Atormentada por la soledad, día tras día se marchitaba. Un caballero solitario comprendió su angustia. Una noche empezaron a hablar, melancólicos y la rosa le reveló sus sueños más secretos. Ni siquiera sus espinas la protegerían del tiempo y de la infinita tristeza que la acompañaba. ¿Y por qué ? Le hubiera gustado mucho sentir el viento mecer sus pétalos y ver desde lo alto este misterioso reino. ¡Pero la vida es cruel de vez en cuando ! Arturo no pudo dejarla en este estado y prometió volver a buscarla, sin embargo su guardia amargado interrumpió la conversación y le acusó de querer volar la rosa. Arturo estuvo separado de su querida amiga. Siguió un largo momento de soledad, la rosa desesperaba. Finalmente, moríría aquí, entre estos cuatro muros, que conocía mejor que la sensación de rocío en sus pétalos ; sensación que todas las nosas deberían conocer normalmente y que ella solo podía imaginar a lo largo de su vida. A pesar de todo, una luz de esperanza persistía en lo más profundo de su alma y aguantaba. Este es el tipo de pensamientos que atormentaban a la rosa cuando, una noche oyó el ruido de la puerta que se abrió y alguien entró :¡ Arturo ! Rompió su jaula de cristal y le dijo en voz baja : « ¡ nos vamos ! ». Corrieron a través de los pasillos del castillo, luego en la pradera que lo rodeaba. Desgraciamente, Arturo tuvo que detenerse, atravesado en el corazón por una flecha. Soltó la rosa que, no pudiendo imaginar una vida sin Arturo, dejó de luchar y dejó que el viento se llevara sus pétalos. Así se termina la historia de Arturo y de la rosa. Por fin ella, la rosa, consiguió volar. Arturo dio sentido a su vida y le dio una nueva vida…
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