La rosa es, posiblemente, la flor más popular de todas las que existen en el planeta. Es un símbolo del amor, el mejor homenaje para despedir a un ser querido, la compañera inseparable de un libro en Sant Jordi… Son muchas las ocasiones en las que esta flor se convierte en la protagonista.
El simbolismo y la importancia de los momentos donde aparece la rosa ha hecho que muchos profesionales se hayan esforzado, históricamente, por mejorar las maneras de conservar una rosa.
Y lo cierto es que hoy en día existen técnicas muy depuradas para crear rosas eternas, para tenerlas a lo largo de varios años en casa sin que se sequen o sin que se marchiten, un verdadero “milagro” que llena los espacios de belleza y armonía al alcance de cualquier persona.
Aunque lo clásico ha sido conservar las flores secas, los apasionados por las rosas han buscado, desde siempre, una fórmula de conservación que permita que las flores luzcan frescas y naturales por mucho más que unos días. ¿La respuesta a esto? Las rosas preservadas o rosas liofilizadas. Estas se elaboran gracias a un proceso que se divide en dos partes:
Como ocurre con los alimentos que se conservan al vacío, gracias a este proceso, las rosas alcanzan unas características de durabilidad imposibles de conseguir por otros procesos anteriores.
Las principales características de las rosas liofilizadas son las siguientes:
Mantienen el color, la forma y la frescura. Este método es la mejor forma de preservar una flor y que el resultado sea lo más parecido a la flor fresca desde el punto de vista visual, incluso en los más mínimos detalles.
Se trata de una flor natural. A diferencia de las flores de tela o de plástico, lo llamativo de las flores liofilizadas es que la rosa eterna está realizada con un ejemplar completamente natural, que mantiene su belleza y frescura por muchos años.
No necesitan agua. Aunque existen algunos cuidados y prevenciones para mantener la rosa eterna como nueva, no hay que tener cuidados habituales como regar, cambiar el agua del jarrón, etc.
Durante el proceso de vida de las flores eternas, hay que tener en cuenta una serie de consejos para que se mantengan como nuevas.
En primer lugar, es importante que estos ejemplares no reciban la luz de manera directa. Además, la humedad es una mala compañera de las rosas liofilizadas; hay que buscar un espacio con una temperatura controlada y donde no haga demasiado frío o calor.
Por último, hay que evitar tocarlas todo lo posible. Por eso, para limpiarlas se recomienda utilizar un secador en modo frío y con el modo más suave de emisión de aire.
El de liofilización es un proceso que se ha vuelto muy popular en las últimas fiestas de Sant Jordi y en el Día de los Enamorados debido a que convierte a las flores en un objeto que acompañará, en perfecto estado, a las personas homenajeadas durante un plazo de tres a cinco años.
Sin duda, comparar este lapso de tiempo con la vida media de una rosa fresca, que apenas supera una semana en el mejor de los casos, hace que cada vez crezca más el interés por estas flores conservadas.
Todas estas ventajas hacen que las rosas liofilizadas estén más presentes que nunca en el mercado y sean el motivo de regalo favorito para muchísimas personas que encuentran en ellas un símbolo mucho más fuerte que el que ofrecían las rosas naturales.
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