La inercia del Corazón

Centro: Asociación Animalista Masquefa - Masquefa
Autores: Asociación Animalista Masquefa

Cuando Sofía regresó al pueblo donde creció, todo le pareció insignificante y aburrido. Nada le hacía levantar la vista del suelo. Había estado mucho tiempo lejos de allí, y su regreso había sido doloroso y amargo. Las horas pasaban pesadas y lentamente.
Un buen día, un gato que vivía en su calle, se puso a la altura de su campo de visión. Paseaba por el jardín de Sofía a diario, tranquilamente, yacía en el suelo disfrutando del sol, y al anochecer desaparecía. Al salir el sol, de nuevo estaba allí. Ese ritual diario empezó a darle motivos a Sofía para volver a sonreír. Despertaba todos los días esperando ver a Coco, como bautizó al felino, y dedicaba muchas horas a cuidarle y mimarle, hasta tal punto que el pequeño ya casi nunca salía de la casa. A Coco le encantaba jugar y esconderse entre los rosales del jardín, y cuando se acercaba a Sofía para que le regalara una caricia, su pelaje olía a rosas. El corazón de Sofía empezó a latir de nuevo gracias a él. Pero la vida en la calle es dura, y por desgracia, Coco no tuvo un final feliz y murió repentinamente. A pesar de que Sofía sabía que había hecho todo lo posible para salvarle, algo había despertado en su interior y se seguía sintiendo en deuda con él, y con todos los que como él, sobreviven día a día escondidos en la calle, debajo de los coches, rebuscando algo que llevarse a la boca. Gracias a Coco, se animó a colaborar en la asociación de su pueblo, dándose cuenta de que cuando uno ayuda a un felino, lo que sucede en realidad es que este te ayuda a ti, su mirada de agradecimiento, sus ronroneos y sus juegos, cualquier logro es una gran victoria. Sofía ayudó a Coco, pero él jamás sabría todo lo que le había ayudado a ella. Desde entonces, cada año en el día de Sant Jordi, Sofía compra una rosa en su memoria, recordando el olor de su pelaje, y le promete, que nunca jamás dejará de velar y luchar por los más necesitados.

 


Relato participante en el concurso Rosas per Sant Jordi organizado por rosessantjordi.com y en la que participamos. Al final del relato encontrarás un botón para votarnos.



La inercia del Corazón

Cuando Sofía regresó al pueblo donde creció, todo le pareció insignificante y aburrido. Nada le hacía levantar la vista del suelo. Había estado mucho tiempo lejos de allí, y su regreso había sido doloroso y amargo. Las horas pasaban pesadas y lentamente.
Un buen día, un gato que vivía en su calle, se puso a la altura de su campo de visión. Paseaba por el jardín de Sofía a diario, tranquilamente, yacía en el suelo disfrutando del sol, y al anochecer desaparecía. Al salir el sol, de nuevo estaba allí. Ese ritual diario empezó a darle motivos a Sofía para volver a sonreír. Despertaba todos los días esperando ver a Coco, como bautizó al felino, y dedicaba muchas horas a cuidarle y mimarle, hasta tal punto que el pequeño ya casi nunca salía de la casa. A Coco le encantaba jugar y esconderse entre los rosales del jardín, y cuando se acercaba a Sofía para que le regalara una caricia, su pelaje olía a rosas. El corazón de Sofía empezó a latir de nuevo gracias a él. Pero la vida en la calle es dura, y por desgracia, Coco no tuvo un final feliz y murió repentinamente. A pesar de que Sofía sabía que había hecho todo lo posible para salvarle, algo había despertado en su interior y se seguía sintiendo en deuda con él, y con todos los que como él, sobreviven día a día escondidos en la calle, debajo de los coches, rebuscando algo que llevarse a la boca. Gracias a Coco, se animó a colaborar en la asociación de su pueblo, dándose cuenta de que cuando uno ayuda a un felino, lo que sucede en realidad es que este te ayuda a ti, su mirada de agradecimiento, sus ronroneos y sus juegos, cualquier logro es una gran victoria. Sofía ayudó a Coco, pero él jamás sabría todo lo que le había ayudado a ella. Desde entonces, cada año en el día de Sant Jordi, Sofía compra una rosa en su memoria, recordando el olor de su pelaje, y le promete, que nunca jamás dejará de velar y luchar por los más necesitados.


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